Lo último que Abraham le prometió a su hijo fue que nunca más tendría que pasar ni hambre ni incertidumbre sobre el techo que lo cubriría al dormir. Lo que él no sabía era que al cruzar la frontera moriría de inanición en el desierto, dejando aquel gran sueño americano reducido a una pesadilla local. Ni su hijo ni su esposa volverían a saber de él; pocos meses después de su partida les quitarían su terreno para construir una nueva unidad habitacional que contaría con spa, gimnasio y unas palmeras con cocos.
-R. Blancas
2 comentarios:
bueno, las historias de despojos se dan ya muy a menudo por nuestro desdichado país, lo chido es que hay hombres y mujeres dignos que se niegan a entregar su patrimonio al ezbirro, ke trabaja como títere del capítal
saludo a usted
:)
Es dura la situación del país, y como siempre los más pobres son los más jodidos. Pero bueno, es algo ya bien sabido por todos y que al parecer seguirá así por los siglos de los siglos.
Saludos, Gastón ;)
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