lunes, 30 de mayo de 2011

SONATE DE MINUIT

Las palabras eran su arma letal, podía desarmar a cualquiera con sólo una oración; aun sin conocer al oponente, sabía exactamente qué palabras podrían atravesar la piel como una espada. Pero ¿de qué le servía semejante poder ahora? Ahora que temblaba como niño asustado y que ni una sola palabra podría defenderla de ese inevitable conjuro. Él no dijo nada, una sola mirada atravesó su pecho y le quitó el aliento. Sin verbos ni sujetos ni conjunciones ni complementos, él acertó y se fue. Su piel brillaba como la luna y sólo esperaba que aquel rojo carmín que recorría su vientre no tardara mucho en definir su punto final.


Roxana Blancas



Esta minificción se me atravesó sin ninguna fotografía, pero de alguna manera va hilada en este ciclo de relatos cortos. ¿Minificciones o cuentos cortos? Las nomenclaturas me dan dolores de cabeza, quizás empecé a llamarles minificciones por el concurso al que me metí de Alberto Chimal. Lo cierto es que me gusta la brevedad. Entre menos palabras para mí es mejor. Tal vez incursione en las microficciones. Y que conste que no me gusta esto por la economía del lenguaje, simplemente me parece fascinante el reto de describir el mundo en pocas palabras.


En fin...

domingo, 29 de mayo de 2011

DE LA FOTOGRAFÍA A LA MINIFICCIÓN: NIEBLA


―Tal vez es algo que sólo viene de noche, que se entrega en el alba como fugaz anhelo ―le dijo a Elena al oído intentando ver su cara entre la niebla. ―O tal vez sólo soy yo intentando decirte algo que ya no recuerdo, algo que ya no mereces. Sin contestarle, Elena se levantó, la miró con desdén y se alejó de ella lo más rápido que pudo. Lloraba como si la sangre que corría por sus venas estuviera destruyendo cada parte de su cuerpo. Lloraba con la certeza de que no podría aguantar una más. Se arrancó la llave del cuello mientras pensaba “esta vez no, esta vez todos sabrán la verdad”.

Roxana Blancas

miércoles, 18 de mayo de 2011

DE LA FOTOGRAFÍA A LA MINIFICCIÓN: LA OTRA ORILLA

Foto de Sofia Minetto.

Seré el pretexto que se calla entre ustedes dos. Iluminada en ese amordazado deseo de ser la protagonista, me conformaré con mirar la historia desde el último asiento en la sala. Celestina por despecho, solitaria por convicción, recorreré una y mil veces este camino hasta llegar a esa orilla en la que soy yo quien te arranca las ganas.


Roxana Blancas

lunes, 16 de mayo de 2011

DE LA FOTOGRAFÍA A LA MINIFICCIÓN: ARACNOFOBIA

Creo que tengo demasiado abandonado este blog que realmente nunca se ha tratado de nada. Quizás esta nueva idea mereciera abrir un blog independiente, pero eso de esparcirme en muchos lados siempre me ha dado una sensación de ansiedad. Así que este proyecto empezará y se desarrollará aquí.

Hace un año intenté ganarme una beca del FONCA con un proyecto sobre amor y odio al DeFe a través de cuentos y fotografías. Mucha era mi ingenuidad al pensar que sería fácil entrar al pervertido mundo de las becas, el banco de favores y la trepadera sin fin. Me quedé con muchas ganas de hacer algo similar, no sólo sobre la Ciudad de México, sino con fotografías en general y, aunque nadie me dé una beca, quiero materializar la idea aquí.

Cada semana (o varias veces a la semana, según el tiempo disponible) le daré random a las fotos en Flickr y la foto que capture mi atención inspirará una minificción. Tal vez me meta en algunos problemas si alguien no quiere que su foto aparezca por aquí, pero los créditos estarán bien claros.

Empecemos con un random de mis propias fotos en el Flickr.



ARACNOFOBIA



Las arañas de su mente trepaban por la noche, escupían su veneno y se iban al amanecer. Por la mañana parecía tener resaca, se sentía cansado, contaminado de algo que no era capaz de pronunciar. El desayuno sabía cada vez más extraño, de pronto tenía ganas de tirarse en una esquina y dejar el día pasar sin salir de la oscuridad. Una tarde, cuando ella lo besó, no pudo evitar ese horrible impulso que venía desde el estómago y la tomó como con ganas de destrozarla. Asustado de sí mismo regresó a esa esquina donde ahora resplandecía su cochón. Las arañas de su mente volvieron a trepar, escupieron su veneno y huyeron con los primeros rayos de sol. Juraría que despertó de cabeza, sus extremidades formaban varios pares que le permitieron guardar el equilibrio en la pared. Corrió a mirarse en el espejo cuando sintió en sus labios unos pequeños colmillos. Al mirarse se dio cuenta de que nada había cambiado, su rostro era el mismo, no había colmillos ni extremidades de más… sin embargo…


Roxana Blancas