martes, 6 de febrero de 2007

LA CARNE Y EL ALMA VOL. II

La carne y el alma… hoy no importa que no cuides de ambas, sólo tómala, tómame, ¿es acaso tan difícil?
Las ansias, la anticipación, las manos, la espera, las ganas. Respiras tan cerca de mí y no entiendes lo que provocas dentro. Me pego a tu cuerpo para sentir que estoy más allá de la piel, pero sabemos que no tiene importancia, si acaso podré sentir el latido de tu corazón golpeando tan fuerte como el mío… ¡y lo llamaremos deseo! Porque es deseo lo que ya no puedo ni quiero controlar.
Necesito tomarte, lo necesito, te necesito ¡lo juro! Me consume la imaginación. Me comen estas cosas que veo pasear por mi mente y que no puedo hacerte. Ya no puedo seguir pensándote. Tengo que tenerte, que tocarte, que besarte, que respirarte, que olerte… tengo que sentirte.
Y sedes. Dejas de torturarme. Admites que sientes la misma pasión.
Avanzan las palabras. La ropa se desvanece entre los labios. Las piernas encuentran de donde asirse. Los brazos descontrolados se mueven buscando más gemidos. Tus ojos, mis ojos: ya no hay segundos que sirvan de algo para explicar esto.
Por dentro y por fuera, la temperatura de nuestros cuerpos podría derretir icebergs. Los labios se vuelven abismos que arrastran las respiraciones y entregan destellos de cariño –ligero cariño escondido en un pasado olvidado. Tenerte dentro nunca fue tan doloroso y maravilloso al mismo tiempo.
Me encantaría morderte, arrancarte un pedazo del alma y averiguar qué hace esto tan complicado. Porque entonces ya no hay más gemidos, ni sudor, ni movimiento. Nos pega la calma. "Ha pasado tanto tiempo entre los dos, tantas personas, tanta distancia" piensan las confundidas almas. Los ojos se evaden. La ropa regresa y los cuerpos se esconden. El pasado que enterramos renace y sale desde las esquinas de la habitación. Pero no tardamos en empolvarlo con esas pláticas malsanas y vacías que tenemos al terminar.
Despedida. Rutinariamente “te llamo”. Pero no llamarás. No lo digas. Sé que no lo harás.
Te volteas, tomas tus cosas y vuelvo a lo mío. A eso mío que no comparto más contigo.
Y tendrá que pasar más tiempo. Tendrán que juntarse más ganas desesperadas para que ese teléfono tuyo vuelva a sonar. Y será mi voz. Mi voz desesperada repitiendo “¿es acaso tan difícil?”.



[20 Oct 2006]
-Roxana B.

1 comentario:

the lines on my face dijo...

Me gustó lo de los labios se vuelven abismos....
A veces las cosas más profundas y maravillosas, realmente se vuelven las más dolorosas y tortuosas... pero sólo a veces.