Probablemente lo más apropiado hubiera sido simplemente crear un nuevo blog. Pero tengo problemas para dejar ir las cosas. Todas las cosas, cualquiera, hasta las plumas (todas tienen nombres). Así que la solución obvia fue simplemente cambiarle el nombre al blog. Pimpearlo, vaya. No es como que vaya a cambiar el rumbo de mis entradas. Este blog, en realidad, jamás ha tenido una temática definida. Si bien es más común que sirva de diario, también es el único lugar en el que publico mis cuentos-debrayes-minificciones-poemosidades-etcétera. Y creo que seguirá funcionando de la misma manera. Tal vez ahora con un poco más de fotos. Tal vez. Tal vez hasta me vuelva un poco constante.
La situación que me llevó a hacer este cambio fue una urgencia por dejar de vivir en mi cabeza todo el día, todos los días, envuelta solamente en mi posgrado y las obligaciones del trabajo. Claro, cambiarle el nombre y la foto al blog no pareciera el graaaan escape. Pero sí que lo es. Aun si vengo a quejarme del trabajo, aun si nadie me lee, al menos es un respiro en mi chulo lugar de desahogo existencial. Considero este cambio un buen primer paso hacia la paz mental. O hacia la locura. O hacia ambas. ¿Qué no son la misma cosa?
En fin, hoy muere The Phrase that Pays y nace La rumba de Tarumba. Así que, en honor a esos casi 6 años de adornar mi blog, dejo para la posteridad a mi viejo banner:
Cheers
3 comentarios:
¡Larga vida a la rumba de Tarumba y a la búsqueda de todo aquello que nos hace más humanos y más felices!
Amén, my friend :)
Me gusta más la rumba. :) Éxito.
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