martes, 30 de septiembre de 2008

SOBRE LA RAPIDEZ

La frase que me ha estado zumbando lo oídos desde hace un par de semanas "eres muy rápida, ¿no?". La escucho y no puedo evitar ponerme de malas, no puedo evitar intentar explicarme sabiendo que a nadie le merezco explicaciones. Sólo a mí, y a mí me tengo bien tranquila al respecto. Pero, siendo congruente con mi incongruencia, aun así me zumba. Quizá porque en el fondo sí deseo que todos me entiendan.

Cuando uno cierra círculos, especialmente en aquello de las relaciones, se espera que pase determinado tiempo para que una persona regrese al ruedo. Y bueno, yo no sé cuánto es lo normal que se espera que tenga que pasar, ni estoy segura de que haya pasos a seguir al pie de la letra para avanzar, lo cierto es que yo no había pensado mucho en eso, me estaba ocupando de mí en la etapa más egoísta de todas.

Pero pues eso de que hacemos planes y Dios se ríe cobró mucho sentido. El mejor de los sentidos, pues este tipo de cosas siempre llegan cuando menos las esperas. Y al referirme a él como "cosas" no lo desmerita en absoluto. Al contrario, el concepto implica más de lo que pudiera explicar.

En uno de esos días en los que alguien volvía a hacer referencia a mi rapidez, una amiga que notó mi exasperación me dijo rato después "sólo tú sabes cuándo estás lista, y para el caso, ¿cuándo se vuelve a estar lista realmente?". Una simple pregunta que lo deja claro todo. Al menos para mí, eso fue todo, ya no había dudas.

Y no es que uno vaya cargando todo un maleterío de una relación a otra. Simplemente, cuando uno ya aprendió a andar ligero de equipaje, es fácil saber con quién se quiere viajar y a dónde. No sé si me explico, no sé si pretendo explicarme. Pero al menos aquí, dentro de mí... la neblina se ha esfumado.

No creo que a todo esto se le pueda adjudicar la rapidez, creo yo que se trata de cosas que simplemente toman su lugar. "Cosas", personas maravillosas que encajan perfecto en un tiempo y en un lugar. Él y yo, aquí, ahora. Es todo lo que sé, es todo lo que necesito saber porque es lo que hace a mi "ahora" un maravilloso lugar para habitar.

Otro post no muy del interés común... pero... no hace falta que repita que como es mi espacio pongo lo que quiera, ¿no?

Cheers!

domingo, 21 de septiembre de 2008

PROSA CORTADA

La razón por la cual dejé de escribir "poesía" va muy relacionada con una clase en la que un profesor nos dijo que actualmente había puro escritor barato cortando la prosa y llamándola poesía. Me sentí agredida directamente aunque el profesor jamás me leyó.
No sé si estoy muy de acuerdo con él, pero lo admiro tanto que sus opiniones sí me calan. Me calaron lo suficiente para dejar de escribir poesía por dos años y cacho.
Creo que la poesía, como cualquier género, muta, se transforma y no puede tener la misma estructura siempre. La cosa está en quizá jamás perder un cierto ritmo, una melodía... creo que la poesía es como una canción, una canción que deja salir el subconciente, aquél subconciente que piensa sin decirnos y nos devela cosas que no nos admitimos a nosotros mismos.
Bueno, eso es lo que creo, y como este es mi blog... esa es la verdad absoluta aquí xD.
Bien, pues no me queda más que dejar algo que ya tiene varias semanas, no sé si es el perfecto ejemplo para defender mi prosa cortada como poesía, pero es lo que salió.

Dicen que el tiempo… sí, el tiempo
el tiempo y sus maravillosos remedios
el tiempo y su olvido
el tiempo y el tiempo que porque con el tiempo Todo.
A veces pienso que pienso demasiado
y entre más pienso en lo que pienso
más me topo con el mismo pensamiento estúpido;
después vienen las preguntas
y entonces me pregunto si tú aún te lo preguntas
si tú aún tienes preguntas
o quizá soy yo la única con signos de interrogación en la cabeza
repartiendo dudas a extraños
buscando respuestas que sólo tú puedes dar.
Dicen que el tiempo…
¿Recuerdas aquél tiempo?
Qué tiempos aquellos
en los que era más fácil dejarse en manos de alguien más
en los que no importaba si mañana el tiempo lo cambiaba todo
en los que el tiempo se media en cuanto a la distancia entre tu cuerpo y el mío
los tiempos aquellos… qué tiempos.
Vuelvo a despertar
a no saber en qué día estoy
si te debo llamar
si te debo olvidar
¡frase clave!, ¿te das cuenta? Si te debo olvidar…
olvidar de Olvido u olvidar de fingir que te olvido
y es que eso de fingir se me da tan bien
pero no hoy, no aquí, no contigo.
Por eso dicen que el tiempo…
y ya cuando muchos dicen
debe ser cierto
y si no, de todos modos yo les creo
porque no queda otra
o es el tiempo o no será nada
y yo no quiero ser Nada.


Roxana Blancas

lunes, 15 de septiembre de 2008

OCIO PATRIÓTICO

Es absurda toda esta celebración por héroes ficticios que jamás lucharon por una causa justa, o al menos una causa de bien común. Cada país necesita sus héroes y comprendo perfecto porque me hicieron aprender tantas mentiras desde que estaba en la primaria. Por suerte uno crece, lee más y se da cuenta de la triste e irónica realidad de nuestra Historia.
Como nos decía Gonzalo Celorio en una clase, es tan irónico que la Conquista de México se diera realmente por los habitantes de aquí y que la supuesta Independencia se diera más bien gracias a los españoles -quienes obviamente no buscaban independizar a México de España, pero pues, cosas que pasan sin querer.

En fin, realmente no me quejo por toda esta farsa, más bien disfruto de estos dos días que me cayeron de perlas para desestresarme un poco. Finalmente, aunque estemos celebrando cosas que no pasaron como las cuentan... un poco de diversión, tequila y harta comida mexicana no le caen mal a nadie.

¡Felices fiestas!

martes, 9 de septiembre de 2008

ELLOS

…lo sé. De sobra lo sé. No hay salida. No hay opciones. Sé demasiado. Ellos saben que lo sé. No hay más que esperar, seguir vigilando, seguir alerta, seguir mirando por este pequeño hueco en la ventana.

Debí suponer que no podía confiar en ella, que me entregaría. Debí haberlo hecho todo diferente. Debí, lo sé, pero no pude callármelo.

Una vez que se sabe demasiado no hay más que dos caminos: olvidarlo o fingir que se olvida. Yo no supe elegir, me quedé con demasiado en el intento de olvido. Ahora todo se resolverá de la única manera en que Ellos resuelven las cosas.

Hace meses que no salgo de aquí. Hace semanas que no dejo que nadie entre; sólo a ella la dejaba, pero hace días que ella dejó de venir.

Una vez que le tuve suficiente confianza decidí ser honesto, decidí hacerle saber que yo no era lo que le había hecho creer y que guardaba secretos muy peligrosos. Al principio me lo tomó a broma, pensó que intentaba hacerme el interesante. Tiempo después, cuando se dio cuenta de que hablaba en serio, comenzó a cambiar, a verme diferente… ahí supe que había cometido un grave error. Ignoró el asunto lo que más que pudo, pero ya que la había hecho cómplice, tuve que hacerla conciente del peligro que corría y le pedí que tuviera cuidado, que no confiara en nadie.

Cuando la radio comenzó a servirles de medio para mandarme advertencias supe que las cosas estaban a punto de salirse de control. La televisión y sus comerciales se volvieron otro ataque. Ellos me conocían lo suficiente para saber cómo mandarme esos mensajes que sólo yo entendería… por eso no le dije nada a ella; pero cuando me deshice de todos los electrónicos de mi casa comenzó a llamarme loco. ¿Loco?, ¿era tan difícil de entender que sólo intentaba salvarnos?

Tiempo después salir a la calle también se volvió peligroso. Ellos estaban en todos lados: vigilándome, anotando cada moviendo, observando mis debilidades, atentos a lo que decía y dejaba de decir. Me di cuenta de que muchos de mis amigos empezaban a tratarme diferente, no sé si Ellos lograron convencerlos, pero ya no podía confiar. Entonces dejé de hablarle a las personas, dejé de salir a la calle. Después sólo ella me visitaba, sólo ella y con condición de no traer ni bolsa ni abrigo.

Sé que estaba muy preocupada por mí, pero yo lo estaba más por ella; su obstinación a no hacer lo que le pedía la estaba poniendo en un lugar muy peligroso, quizá más peligroso que el mío. Un día comenzó a sugerirme visitar a un médico, a un psicólogo quizá. Cuando dijo psicólogo comenzó a llorar, y en verdad que yo no entendía por qué me sugería esas cosas, comencé a preocuparme más por ella; ahí entendí que jamás podría hacerla entender que los secretos que le había conferido habían cambiado su vida para siempre.

La última vez que la vi fue la más perturbadora. Intentó convencerme de acompañarla a una clínica donde me ayudarían, donde me atenderían y me harían regresar a ser “normal”. ¿Normal?, pregunté yo, ¿qué es normal? Y ella se quedó callada por unos minutos, después empezó a llorar como desesperada y comenzó a gritarme que había perdido la cabeza, que estaba totalmente loco y decidió truncar el perfecto orden de mi sistema, arrancando el aluminio y el papel que tenía en las ventanas para evitar que pudieran interferir en mi departamento. “Loco” me gritaba, y no se daba cuenta de que la que estaba actuando como una verdadera loca era ella. Cuando se calmó un poco me miró con esos ojos de quien reza un “hasta nunca” sin mover los labios. Cerró la puerta detrás de ella y no regresó. No regresó porque fue a delatarme, lo sé muy bien, no hacía falta que me lo dijera. Esas absurdas sugerencias lo gritaban entrelíneas. Ellos la habían convencido.

No puedo decir que estoy decepcionado del todo. Debo admitir que una parte de mí siempre supo que no podía confiar en ella, pero que al hacerla mi cómplice, ella me liberaría de toda esta preocupación por desconocer cuando llegaría el inminente final. Y ahora lo sé, lo sé muy bien. Ya sé que Ellos llegarán en cualquier momento y todo esto se acabará. Por eso sigo esperando en la oscuridad protectora, esperando a que Ellos vengan y terminen con todo.


Roxana Blancas