jueves, 24 de febrero de 2011

AL FIN


Nada como el olor a tesis recién impresas...


pura felicidad.

miércoles, 9 de febrero de 2011

DE LA SUERTE Y OTROS MALES

Tendría que explotar. Para que el vértigo y la sensación de fracaso se vayan… tendría que explotar. Desde el estómago se dictan los siguientes pasos. Uno, dos, tres. ¡Pum! Pero sigo aquí, mi bendita suerte no me deja ir. Aunque ya no me queda mucha de esa. Por suerte.

Pienso que sería más fácil que aceptaras que nada de esto es mi culpa, que simplemente soy víctima de las circunstancias, que bla bla bla bla; y que un día si ya no me encuentras simplemente pensaras que fui al baño, o al cine, o al parque, o a buscar más gatos. O que simplemente aceptaras que me fui porque ya no podía ser, ni estar…

Pero me buscarás, eres necio y me buscarás. Y para ese momento la punzada que atravesaba mi estómago ya habrá atravesado mis manos. Ya no seré yo quien escribe, ya no seré yo quien piensa. Los pedazos de mí inundarán la única habitación en la que se te ocurrirá buscarme. Y si tienes suerte, podrás darte la vuelta y fingir que fui al doctor antes de que esos pedazos te cuenten historias.

Mas si es demasiado tarde y se te ocurre hacerles caso, que busques una explicación no servirá. Tampoco reunir los pedazos para pretender otro rato. Pretender es un arte que no dominarás. Se requiere de un astuto cinismo que a ti se te escapó cuando aprendiste a sonreír. Y para mí… pretender es un vicio que necesitaba dejar.

Por eso a los pedazos hay dejarlos regados, guardados en esta habitación que contendrá un fracaso que no puede ser contado, que no puede estar a tu lado. Y para eso sólo tengo que esperar a que la suerte cuente sus últimos triunfos. Uno, dos…


Roxana Blancas